¿Estamos Espiritualmente Preparados y Aptos para los Días Por Venir?

Por Doug Stringer

Traducción: Elsa A. de Huerta

 

En las semanas recientes, he visto que muchos dentro del cuerpo de Cristo están pasando por un proceso de ser podados.  Primero, me di cuenta que esto estaba ocurriendo en mi propia vida, así como en los ministerios que superviso.  Pero también comencé a escuchar que muchos otros estaban atravesando por desafíos similares, con la sensación de que estaban siendo “cortados”.

En Juan 15:1-2, Jesús dice:

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.                     Toda rama que en Mí no da fruto, la corta; pero toda                               rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía.

De acuerdo a este pasaje, ser podadas no es un castigo para las ramas malas.  Al contrario, se podan las ramas que están dando fruto.  Las ramas que no dan fruto son cortadas del todo, mientras que el cuidado y la atención del Labrador están reservados para las ramas que Él considera que ya están dando fruto.

Si usted es uno de los muchos dentro del cuerpo de Cristo que están pasando por el proceso de ser podados, debe cobrar ánimo.  El Padre está pendiente de sus ramas para poder  tener una mayor cosecha.   El proceso de podar se lleva a cabo con dos propósitos, para proporcionarle mejor salud a la planta y para prepararla para una mayor multiplicación.  Dios podará aun las cosas buenas de nuestra vida para poder prepararnos para tener una mejor salud y para que nos multipliquemos.

 

 

Días de Desafío

¿Estamos espiritualmente en forma y preparados para lo que nos espera?  Judas, en la Biblia, nos desafía con esta pregunta debido al aumento de: 1. Apostasía  2. Falsos Maestros  3. El ataque al Nombre del Señor.  ¡Y nosotros vivimos en días similares!  El libro de Judas llama a estos apóstatas “árboles que no dan fruto cuando debieran darlo; están doblemente muertos, arrancados de raíz”.  Juicio y el no  ser podado, es lo que está reservado para aquellos que se alejan de la verdad.

Pero para los que permanecemos en la vid, Judas 20 nos anima de la siguiente manera:

Ustedes, en cambio, queridos hermanos, manténgase                                     en el amor de Dios, edificándose sobre la base de Su                            santísima fe y orando en el Espíritu Santo, mientras                     esperan que nuestro Señor Jesucristo, en Su misericordia,                        les conceda vida eterna.

La idea de “edificarnos a nosotros mismos” me recuerda cuando estaba  en el negocio de ejercitar el cuerpo.  En estos tiempos de desafío, debemos ser “atletas” sanos que estamos creciendo en nuestra fe, viviendo una vida de oración, y caminando en amor.  ¿Está usted “preparado” para los días por venir?

Estar en Forma

En Lucas 9:57-62, se nos habla del encuentro de Jesús con algunos que querían ser Sus discípulos.  Alguien dijo, “Yo te seguiré a donde tu vayas”.  Jesús responde con un desafío, y luego le dice a otro, “Sígueme”.  La respuesta dada a Jesús es, “Señor, permíteme ir a enterrar a mi padre”.  Otro le dice, “Señor, yo quiero seguirte, pero permíteme primero ir a despedirme de los míos”.  Muchos de nosotros hemos dicho, “Señor, yo iré a donde Tu vayas, haré lo que Tú quieras que haga”.   Sin embargo, cuando Él habla a nuestro corazón, buscamos razones para justificar por qué no podemos seguirle en ese momento.

¿Cuál fue la respuesta del Señor a los aspirantes a ser seguidores?  Él respondió, “Ninguno que haya puesto su mano en el arado y vuelva a tras está apto para el reino de Dios.”

Cuando era un predicador joven, pensaba que este versículo era de condenación para aquellos que alejaran su mirada de la obra del reino, y que significaba que no eran dignos de avanzar con Dios.  Pero al aprender más acerca del  contexto de este pasaje, y al entender más acerca del corazón de Dios en cuanto a nosotros, entendí que Jesús estaba diciendo esto: solo aquellos que están completamente enfocados en el reino pueden estar verdaderamente preparados, o aptos para el viaje.

Si yo deseo correr en un maratón, pero no entreno para ello, entonces no estoy preparado físicamente para correr la carrera.  Si yo quiero calificar para cualquier evento atlético, debo prepararme física y mentalmente si espero tener éxito.

Para cualquier logro que valga la pena, existe un período de preparación por el cual uno debe pasar.  Al prepararnos, entrenar y enfocar en la meta, podemos estar aptos y listos para la victoria.  De la misma manera, debemos estar completamente comprometidos espiritual, mental, física y emocionalmente si hemos de estar en forma para las batallas espirituales que podamos enfrentar.

Rechazando la Verdad de Dios

Mucho de lo que está sucediendo en la Iglesia hoy me recuerda a Israel, como lo describe Jeremías 42 y 43.  La nación estaba en aflicción, enfrentando el juico llevado por décadas por rechazar la palabra de Dios y Sus caminos.  La gente fue con el profeta Jeremías diciendo, “Ora por nosotros.  Busca al Señor en nuestro nombre, y  haremos lo que Él te diga”.  (ver Jeremías 42:2-6).

El problema era que cuando Jeremías volvió con el mensaje del Señor y Sus instrucciones de cómo deberían obedecerle, lo llamaron mentiroso, diciendo, “¡Dios no te ha enviado para que nos digas ´estas cosas´!”  (Jeremías 43:2).

¿Cuántos de nosotros somos culpables de lo mismo?  Podemos tener un encuentro con el Señor y responderle con entusiasmo, “¡A dondequiera que Tú digas que vaya, lo que quieras que haga, Señor, lo haré!”  Pero después, cuando las instrucciones del Señor no están alineadas con nuestros propios deseos, nos resistimos a Su palabra e insistimos que no es de parte de Dios.

Esta es la condición de muchos en nuestra nación.  Están buscando suavizar o incluso rotundamente cambiar la verdad de Dios.  Hasta existe el intento de cambiar la propia definición de Dios de lo que es el matrimonio.  Cualquiera que se oponga a estos intentos es acusado de odio e intolerancia.  No, nuestra motivación no es el odio, ¡es el amor!   Entendemos la muerte y la destrucción que resultan por el rechazo a la verdad de Dios.  Nuestra intención es evitar que cualquiera  tenga este destino.

Amantes de la Verdad, Hacedores de la Palabra

En estos días en que existe un aumento de apostasía y falsa enseñanza, los que aman la verdad de Dios no serán del agrado de algunos por hablar la verdad.  Pero esto no debe detenernos del trabajo del reino para el cual fuimos llamados—hablando Su palabra y compartiendo Su amor.  No podemos desanimarnos por lo que vemos a nuestro alrededor, encerrándonos en nuestros propios grupitos santos y desatendiéndonos de un mundo que tan desesperadamente necesita ver nuestra luz.

Yo entiendo el desánimo que intenta jalarnos hacia abajo.  Algunas veces cuando observo las condiciones a nuestro alrededor, ni siquiera lo puedo creer.  Cosas que no hubiera pensado posibles hace 20 años ahora son algo común.  Ver estas cosas puede desanimar nuestro corazón y hacer más difícil que avancemos.

Pero es en estos momentos de desafío que nuestro entrenamiento y preparación entran en juego.  2 Corintios 2:14 dice,

Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre                                    nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce                                por todas partes la fragancia de Su conocimiento.

¡Dios siempre guiará a Su pueblo a la victoria y triunfo en Cristo!

Un verdadero campeón comprende que habrá momentos cuando ya no cree poder seguir más.  ¡Pero estos son nuestros momentos de avance!  Estos son los momentos cuando nuestro entrenamiento habrá valido la pena.  Los momentos cuando, a pesar de que sentimos que ya no tenemos nada más que dar, ¡podemos seguir adelante!

Mi nombre, Douglas, supuestamente significa “buscador de la verdad” o “buscador de luz”.  Esto no siempre fue cierto en mi vida, pero gracias a Dios, quien me salvó y me transformó en un buscador de Su verdad.  Ahora, deseo amar la verdad aun cuando me duela e incluso cuando no sea lo más popular.   Como decimos en el mundo donde se busca estar en forma, “Si no hay dolor, no hay ganancia”.  No importa lo que se requiera, yo deseo estar apto y preparado para el reino.

Roseando Su Fragancia

Iglesia, debemos estar enteramente preparados—mental, emocional y espiritualmente.  Debemos estar completamente comprometidos, fijando nuestros ojos hacia adelante y nuestra mano puesta en el arado, ¡preparados para trabajar en los campos de la cosecha!   Hagamos a un lado las distracciones.  Hagamos a un lado el desánimo.  Ya no seamos de doble ánimo, ni dudemos.

2 Corintios 2:14 dice que Él nos lleva a la victoria para que podamos ser dispensadores de Su perfume.  Cuando Lisa y yo nos casamos, me levanté para ir al baño en medio de la noche.  Me sorprendí en la oscuridad por un sonido que no reconocí.  ¡Pssss! ¿Qué era?  Al principio me sorprendió, pues habiendo sido un soltero por décadas, no estaba acostumbrado al sonido.  Era un dispensador automático roseando su fragancia en la oscuridad.  Como muchos dispensadores automáticos, se había colocado en un lugar donde comúnmente puede haber un mal olor.

Esta es la intención de Dios para Su pueblo, que seamos dispensadores de aire, roseando Su fragancia a un mundo oscuro y mal oliente.   Cuando pasamos tiempo con Él, llevaremos Su presencia a dondequiera que vayamos.  Debe haber algo en nosotros que se vea y huela diferente, que otros  no puedan evitar darse cuenta, aunque no entiendan que es.

Una Cosecha Mayor

Si usted ha estado pasando por tiempos de desafío o está siendo podado, reciba ánimo.  Prepárese para los días que están por venir al permanecer en Jesús, la Vid, y confíe que Dios le está preparando para una mayor multiplicación y cosecha.  En medio de los desafíos y tribulaciones, apostasía y falsas enseñanzas, Dios le está preparando para llevar fruto que permanezca.

Las promesas de Dios son verdaderas y Él es fiel para hacer que se cumplan.  Comprométase conmigo a ser un pueblo que ora,

Pódame, Señor.  Ayúdame a ser apto para tu Reino.                      Ayúdame a estar completamente preparado, comprometido                  de lleno, y totalmente enfocado para que pueda estar                       listo para la gran cosecha que está por venir—¡la cosecha                    más grande que jamás hayamos visto!