“La gloria más grande de la Revolución Americana fue esta: unió en un vínculo indisoluble los principios del gobierno civil con los principios de la cristiandad.” John Quincy Adams
Cada pieza de moneda emitida en Estados Unidos proclama, “En Dios confiamos”. Pero confiar en Dios requiere mucho más que buenas palabras; es un compromiso para toda la vida seguir al Señor, la clase de compromiso que nuestros padres fundadores esperaron que nuestra nación siguiera.
Ellos sabían la verdad de la Escritura: Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas (Proverbios 3:5-6 RV).
Estos principios de confianza aplican a individuos, iglesias, comunidades y naciones. Dios está esperando para que nuestra nación regrese a estos principios fundamentales y fundacionales para que el “vínculo indisoluble” que une a América al cristianismo nunca sea separado.
Un Choque de Culturas
El Centro del Foro por la Libertad de la Primera Enmienda en la Universidad Vanderbilt, señala que un “gran abismo” y una “desconfianza enfermiza” existen entre dos culturas extrañas…una que hunde sus raíces en gran parte en una búsqueda por los hechos, y la otra basada en un descubrimiento de fe más allá de los hechos”. La cultura de la incredulidad y la cultura de la creencia están en desacuerdo una con la otra, casi al punto de una total polarización.
El científico social James Q. Wilson, escribe que “los poderes ejercitados por las instituciones de control social han sido limitados y la gente, especialmente los jóvenes, han abrazado una filosofía que valora la autoexpresión sobre el autocontrol”. Esta guerra ha escalado en las instituciones académicas de nuestra tierra. Uno de sus más sangrientos campos de batalla se encuentra en las mentes de nuestros jóvenes sin padres.
En 1940, los maestros reportaron los siguientes peores problemas en nuestras escuelas públicas: hablar sin permiso, masticar chicle, hacer ruido, correr en los pasillos, meterse en la fila, infracciones al código de vestir y tirar basura. En contraste, para 1990, los maestros identificaron los siguientes problemas como los más significativos, y que continúan hoy: abuso de drogas, abuso del alcohol, embarazos, suicidio, abuso sexual, robo y asalto.
Sin el liderazgo de padres terrenales que derivan su autoridad del Padre Celestial, los jóvenes se encuentran a la deriva de un mar turbulento de duda y confusión. Muchos han perdido de vista la costa y no tienen la brújula que los guíe.
Es tiempo que los creyentes tomen la ofensiva. Debemos guiar a la sociedad de regreso a Dios y a la Biblia. El Apóstol Pablo hizo hincapié en la importancia de la oración como un arma que debe ser usada en nuestros conflictos culturales actuales.
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efesios 6:18).
Ganaremos la batalla si nos mantenemos enfocados en nuestro llamado, si nos aseguramos de vestir la armadura completa que Dios nos provee, y si estamos determinados en nuestro corazón de tomar la ofensiva al exponer las obras de la oscuridad. Claramente, necesitamos una renovación cultural. Eso no sucederá a través de la legislación porque sabemos que la moralidad y la espiritualidad no pueden ser legisladas para poder existir. Al contrario, se requiere que los corazones sean cambiados por el Espíritu de Dios.
¿Tiene un precio el crimen?
El precio del crimen para las víctimas de nuestra sociedad es incalculable. Hablando en términos de dinero, ¡el costo agregado del crimen para las víctimas en 1984 fue de $92.5 billones de dólares! Esto no incluye los extractos de carga emocional que la violencia les causa a sus víctimas. El periódico, The Wall Street Journal, al mostrar que el segmento de más crecimiento de la población criminal de nuestra nación consiste en niños y gente joven, observó, “La tragedia de este sistema es que debido a que él rara vez es obligado a pagar por su crimen, el ofensor juvenil no entiende el mensaje de que no vale la pena cometer un delito. Tal vez él ni siquiera entienda el mensaje de que lo que ha hecho es reprensible en cualquier sentido. (“The Young and the Violent” [Los Jóvenes y los Violentos], septiembre 12, 1992).
Muchos de estos criminales jóvenes están realmente sin padres, y la mayoría no conoce nada acerca de la autoridad de un padre.
¿Cuándo Aprenderemos?
El suicidio es ahora la segunda causa de muerte de adolescentes en los Estados Unidos, de acuerdo al Dr. Bob Anstine y el Dr. Richard Amo en su libro, Counseling the Suicidal/Teen Suicide [Aconsejando al Suicida/Suicida Adolescente] (National Christian Counselors Association, 1991, p. 2) [Asociación Nacional de Consejeros Cristianos, 1991, página 2]. Por cada suicidio exitoso, se cree que existan aproximadamente 100 intentos sin éxito. Los jóvenes suicidas con los que yo he trabajado indican que un penetrante sentido de soledad, desesperanza y falta de propósito es lo que los lleva a intentar suicidarse.
Una generación de huérfanos sin padres va desde los años tempranos de la vida sintiéndose rechazada y carente de sentido. Tales huérfanos pueden voltear al sexo en un esfuerzo para encontrar amor. El número de adolescentes solteras que se están embarazando casi se ha doblado en las últimas dos décadas—y ahora uno de cada cuatro embarazos termina en aborto.
El número de divorcios en América ha aumentado casi 200 por ciento en las últimas tres décadas, dejando a muchos de nuestros niños y jóvenes sintiéndose huérfanos. Menos del 60 por ciento de todos los niños hoy viven con sus padres biológicos casados. Como escribe William Galston, “Las consecuencias económicas por la falta del padre a menudo son acompañadas por consecuencias psicológicas, las cuales incluyen niveles por encima de lo normal de jóvenes suicidas, bajo rendimiento intelectual y educativo, y una tasa superior al promedio de enfermedades mentales, violencia y uso de drogas.”
Yo escribí un folleto llamado “El Condón que Encubre” para un alcance en una universidad local. A menudo nuestra sociedad quiere encubrir el problema en vez de tratar con sus raíces.
Similarmente, el aborto intenta corregir un problema que nace de la irresponsabilidad intrínseca. Darles agujas limpias a los drogadictos intenta resolver un problema exacerbando otra. Los educadores sexuales dan información sin proporcionar un marco claro para la formación del carácter de una persona.
Tratamiento con metadona en las vidas de los adictos a la heroína simplemente sustituye una droga por otra. “Sólo di no” se oye muy bien, pero un lema no sirve para nada en la vida de una persona que no tiene una base espiritual sólida sobre la cual construir. A un huérfano se le dificulta decir “no”.
La Fundación de la Familia
La construcción del carácter comienza en el hogar. El patrón bíblico es para que el padre establezca el tono para los valores en la familia. Por medio de su enseñanza y ejemplo, el padre guía a sus hijos hacia un entendimiento de la diferencia entre el bien y el mal. Al poner a Dios primero en su vida, el padre le enseña a su familia los valores piadosos y las virtudes.
Cuando el carácter de un hombre es transformado a través de Cristo, su destino, así como la dirección de su hogar y familia, se determinan. Cuando el padre rehúsa la responsabilidad que Dios le dio, la ausencia de dirección deja un vacío en la familia.
Recuerde, la familia es el microcosmos de la comunidad, sociedad y nación. Considere lo que el profesor de sociología, David Poponoe de la Universidad Rutgers señala en “The Controversial Truth: Two-Parent Families Are Better” (La Verdad Controversial: Familias Con Padre y Madre Son Mejores) (The New York Times, diciembre 26, 1992):
“En tres décadas de trabajo como un científico social, conozco pocos otros órganos de datos donde el peso de la evidencia es tan decisivo en un lado del asunto: en general, para los niños, la familia con la madre y el padre es preferible…Si nuestros puntos de vista predominantes sobre la estructura familiar fueran articulados exclusivamente en la evidencia académica, el debate actual nunca se hubiera presentado en primer lugar.”
El Rey de Reyes
A la vista de estas estadísticas desalentadoras, y el escenario negativo dibujado por nuestra sociedad hoy, el verdadero creyente aun puede animarse. Sabemos que nuestro Señor es más grande que “el príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2).
Una familia puede descansar en el sentido de la seguridad proporcionada por un padre piadoso, y una nación puede descansar en la seguridad del Padre Celestial que guarda, guía y gobierna todos sus asuntos. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó (Romanos 8:37).
Como la Iglesia de Jesucristo, podemos ayudar a marcar el comienzo en las necesidades de avivamiento que América necesita. A través de nuestro compromiso, nuestra intercesión y nuestro amor, veremos el cumplimiento de la promesa de Dios dada al profeta Joel: Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones…y daré prodigios en el cielo y en la tierra…(Joel 2:28-30).
¡Qué glorioso día será ese!
Este artículo es adaptado del libro de Doug Stringer, “La Generación Sin Padres”. Visite somebodycares.org o dougstringer.com para más información, o suscríbase a las noticias, artículos y anuncios por medio de e-mail.
Traducción: Elsa A. de Huerta
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